Siempre que subía a la azotea de casa de mi abuela, de puntillas, intentando sobrepasar con la mirada el muro, intuía que estaban ahí. Con el paso de los años desde aquella azotea, convertida en cocina hoy, es ahora cuando puedo descubrir todo lo que imaginaba.
2 comentarios:
Bueno, una vez más te digo que me encanta y que ojalá puedas actualizar cada día porque es genial!
Los recuerdos suben a nuestra azotea y se quedan ahí,entre teja y teja.
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